jueves, 5 de abril de 2012

¡Beetlejuice, Beetlejuice, Beetlejuice!

Crisis, crisis, crisis...Seguro que esa palabra ha funcionado como aquellas que, pronunciadas tres veces en las películas como Candyman o Beetlejuice, hacían aparecer a una criatura terrorífica e inquietante. Pero nosotros no la hemos pronunciado tres veces sino que la recitamos a diario hasta quedarnos secos y la hemos convertido en un monstruo que sí, es real, está presente, pero también nos come por dentro al no ser capaces de pensar en otra cosa. Es como un yunque de esos que le caían al coyote desde lo alto de la montaña y lo dejaban aplastado contra el suelo. Lo mejor de todo es que era siempre su propia trampa, ¿lo recordáis? Él perseguía al correcaminos y preparaba todo tipo de tretas contra él pero al final, siempre acababan volviéndosele en contra. Me estoy dando cuenta, tal y como estoy escribiendo, que a nosotros nos ha pasado los mismo: la ambición se nos volvió en contra y nos calló encima.
En fin, yo sólo soy una mujer de veintitantos que está muy asustada y se siente sola en medio de esta aborágine pesimista y desesperanzadora. Sé que no soy la única, por supuesto que no. No pretendo creer que soy una desgraciada por lo que estoy pasando, porque ciertamente soy muy afortunada en comparación con muchísima otra gente. En cambio, no puedo evitar pintarlo todo en negro, como el Jagger, porque estudié mucho, con lo que siempre me costó hacerlo, me titulé en fotografía para después, licenciarme en periodismo. Luego me largué al Reino Unido para que me dieran palos por todos lados aunque estos harían de mí una tía orgullosa de sí misma y satisfecha. Y después de todo este esfuerzo, muy enriquecedor pero duro al fin y al cabo, me veo de nuevo en mi pueblo, sin un céntimo para nada, triste y asfixiada.
¿Debería haberme quedado en Gales a pesar de que me fui de allí absolutamente convencida de que no era mi sitio? Al menos era autosuficiente y eso me llenaba enormemente. Pero no era feliz así que aquí estoy, en el pueblo donde nací y en el nunca encajé del todo. Yo no me siento parte de sus gentes por lo que es un ingrediente más para que todo se me nuble y el pesimismo me oprima el pecho.
SIN EMBARGO, hay una vocecita dentro de mí que me dice: ¡Coge el toro por los cuernos! ¡No te hundas en esta piscina inflable para niños! Todo está en mi mano señores y por mis ovarios que lo voy a conseguir porque...he tenido una idea.

7 comentarios:

  1. Es fascinante leer lo que sentimos tantas y tantas personas, cada una a su manera, pero al fin y al cabo lo mismo, el mismo sentimiento de angustia y esa maldita visión gris. Lo que más me ha gustado ha sido el final... hay que coger a ese toro por los cuernos!!
    pd: enhorabuena por tu blog, me encanta!

    ResponderEliminar
  2. Bienvenida Patri, espero que nos visites cuando puedas y sobre todo, que cuentes aquí muchas cosas buenas. Y si encima te llevas algo interesante de aquí entonces habrá merecido la pena seguro. ¡Vamos allá!

    ResponderEliminar
  3. Me encanta tu blog, Angela. Está expresando lo que millones de personas sienten en estos momentos y puedes convertirte en su voz y ser un punto de encuentro muy interesante para compartir ideas proyectos.. o al menos que sea terapéutico por el solo hecho de compartir.
    Ya sabes que puedes contar con mi apoyo absoluto, así que te animo a que emprendas cuantas ideas bullen en esa preciosa cabecita, que contarás conmigo siempre.

    ResponderEliminar
  4. Mil gracias, siempre te tengo presente para pedirte ayuda o lo que sea. Gracias de verdad

    ResponderEliminar
  5. Ángela!! aquí tienes otras dos personas apoyándote! (María y Rosario). Otras dos personas que nunca encajaron en este pueblo nuestro! Tenemos algunas ideas! Ánimo!!

    ResponderEliminar
  6. Puede que tus clientes estén entre los que se encuentran en tu misma situación. Suerte

    ResponderEliminar
  7. Eso seguro, nos lo tenemos que poner fácil entre nosotros. ¡Gracias por la suerte que me mandas! Who are you?

    ResponderEliminar