Nos rodean las malas noticias, el pesimismo, la impotencia y la frustración. Nos sentimos muy pequeños ante esta abrumadora tormenta. Decidme, ¿cómo ser positiva si tras este año, del que me voy a abstener de describir aun más, asoma uno nuevo por el horizonte que se intuye oscuro y tenebroso? ¿Cómo?
A mí las cosas, dentro de lo que caben, no me están yendo tan mal y es que además, una ha de ser prudente a la hora de expresar sus inquietudes respecto al futuro o el difícil presente, porque siempre puede haber alguien que lo esté pasando mil veces peor. Eso seguro. Pero oiga, que dentro de lo malo yo esté en lo menos malo no significa que me tenga que conformar con el porvenir vacío que parece depararme.
Yo sé que lo que El Caminito necesita es mucho cariño, dedicación e ilusión y desde luego, los está teniendo. Empezó como un gran sueño que poco a poco y tras mucho esfuerzo se fue cumpliendo. Una meta que alcanzar y que con orgullo llegué a tocar con mis dedos. Sin embargo, le está costando bastante arrancar aunque eso sí, los poquitos hospedajes que hemos hecho hasta ahora han sido un éxito.
Necesito paciencia y dedicación pero es difícil estar de una pieza con todo lo que está pasando y lo tentador que resulta la idea de salir pitando a cualquier otra parte, de ser valorada como profesional de la comunicación y de empezar a vivir como yo quiero. Al menos, intentarlo.
Lo que sí tengo muy claro es al final, lo que tenga que ser, será.
Feliz comienzo de semana, de mes y de nuevo chaparrón. No hay duda de que sois todos unos valientes.