Se acabó el rollo por este fin de semana. He salido, me he encontrado con mucha gente muy apreciada, he bailado y, por supuesto, absolutamente, me he comido la papa asada a las siete de la mañana. Y ahora que por fin he salido del estado zombi y viéndome con el sueño cambiado, sólo pienso en ponerme manos a la obra mañana. Hay que avanzar, y mucho, porque el tiempo me está pegando mordiscos en el culo cual perro rabioso y además, me muero de ganas por verlo todo preparado. Qué nervios, ¿no?
Yo os dejo por hoy, que mi colchón me llama sibilino y no tengo intención de rechazarlo.
Buenas noches.
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