Muy bien, aquí están esas puertas ya en plena metamorfosis. Nada exótico pero no me diréis que no quedan preciosas en blanco. Ya veis que os pongo el antes y el después. Habrá seguro alguien que piense que antes estaban mejores pero, por suerte, yo no me voy a enterar. Ya veréis qué luz y qué vida le va a dar al hostal. Estoy deseando verlas todas ya colocadas con su marco en madera y reluciendo blancura.
Como buena principiante, cometí un error al empezar el trabajo con brocha. Menos mal que ahí estuvo mi padre para decirme que quizá, con el rodillo sería mucho más fácil, rápido y efectivo. Tenía razón, qué manera de correr tiene el rodillo además de darle un acabado mucho más homogéneo. De la otra forma no me estaba convenciendo mucho y es que parecía que lo había pintado un chiquillo de cinco años.
Hala, ahí os quedáis, que yo me voy a la feria, a desquitarme un poquillo.
¡¡Y ole!!
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