sábado, 16 de junio de 2012

Estudi de camp

Ya estoy aquí otra vez. Anda que os habréis quedado descansando estos días, no me digáis que no. La verdad es que lo último que he hecho yo ha sido descansar y es que ¿quién se va de exploración a una ciudad increíble para descansar? ¡De eso nada! He vuelto aun más cansada de lo que me fui pero mucho más rica, sobre todo en cualquier aspecto menos el monetario. Porque no os creáis que he estado de cachondeo solamente, nada más lejos de la realidad. La verdad es que he aprendido bastante en estos intensos tres días en la ciudad condal y de algo que a nosotros nos interesa enormemente: turismo.
Con eso quiero meter en el mismo saco a los viajeros, las compañías de vuelos (de bajo coste), las estancias tan pintorescas y variadas que uno se puede encontrar y, por último, a la hostelería del lugar. Él ámbito abarcado es este en concreto por algo bien sencillo: es lo que yo conozco y sobre lo que pretendo basar mi querido casi Dulce Hostal. Claro que distan mucho Antequera de Barcelona en cuando a afluencia de viajeros y perfil de los mismos, pero no creáis que no hay similitudes esenciales. Ambas son localizaciones interesantes para el turismo, aunque varíe tanto un tipo de otro.
Podría escribir páginas y páginas sobre el tema y de qué manera ha tocado las campanas dentro de mi cabeza pero en estos casos, hay que ir al grano, si no, os aburro.
De los sectores antes nombrados ¿cuál pensáis que es el que nos concierne a nosotros? Claro, el de la estancia aunque también, y en gran medida, el de la hostelería. Durante estos tres días nos han metido un par, menos mal que sólo un par, de puñaladas a la hora de comer. Por fortuna, aprendimos la lección pronto y nos dimos cuenta que no bastaba con alejarnos un poco de Las Ramblas para no ser acribillados sino que había que callejear y observar bastante. Esto reforzó mi idea de que, cuando los viajeros vengan a nuestro hostal, me los llevaré de tapas, de copas, de cervezas, a merendar y a desayunar si ellos quieren.
No permitiré que les tomen el pelo, lo siento mucho por los establecimientos basados en ello, pero les haré comer, beber y disfrutar de la misma manera que lo hacemos nosotros, los locales. Eso si ellos quieren, claro.
Espero hacerles olvidar la incómoda sensación del turista, que nunca sabe hasta qué punto hace el canelo por ahí, y conseguir que se sientan exploradores, como debería ser.
En cuanto a la estancia, sólo decir, y siento no ser algo más sofisticada, lo vamos a petar. Puedo decir, porque me lo he ganado, que he visto de todo en cuanto a estancias: buenos hoteles, resorts, spas, hoteles normalitos pero monos, habitaciones horrendas, albergues fuera y dentro de España, etc, etc. Y si de algo me ha servido este último viaje ha sido para estar más segura que nunca de que nuestro precioso hostal, único, original y muy realista, lo va a petar en cuanto abra sus puertas.

Así que no os penséis  que he estado de parranda, de cervecitas, de museos, de paseos, de tapas, de puestos en la Boquería porque estaríais equivocados. Además de todo esto, he realizado un intensivo estudio de campo sobre todo aquello que nos interesa para nuestro negocio-soñado.

Qué bien estar de vuelta, por otro lado. Y qué suerte haber nacido donde lo hice, leche.


2 comentarios:

  1. Jeje, es que esta tierra nuestra es preciosa, es verdad, pero a mí me fascinó Barcelona y tuve la sensación de que podía vivir allí estupendamente. Bueno, la verdad es que esa sensación la llevo allá por donde voy...!qué bien podría yo vivir aquí!... eso si, que no sea en el campo o en un pueblo, porque eso solo lo quiero para ir de excursión o para ir de vacaciones, pero no para quedarme, porque soy tremendamente urbanita y cuanto más grande y cosmopolita es la ciudad, más llama mi atención y mi deseo de quedarme. Por gustarme, me gusta hasta viajar en metro, los escaparates me entusiasman, la gran oferta cultural y de ocio me atrae como el dulce a las moscas, y lo más... andar y no conocer a nadie, eso es flipante, ese anonimato me pone!

    ResponderEliminar
  2. Nómadas, ese fue otro nombre en el que estuve pensando para el hostal. Porque así somos nosotras, imaginándonos aquí y allí para vivir. Te entiendo perfectamente y además, lo comparto!

    ResponderEliminar